I love Versés

Posted on 21 noviembre, 2011

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Cada vez que escucho eso de “lujo accesible” me entra la risa tonta. Sobre todo cuando con ello se refieren a las colaboraciones entre marcas de postín, o de lujo, o simplemente caras, con cadenas de confección y distribución masiva de ropa. El último caso es el famoso tándem Versace – H&M. Un matrimonio de conveniencia que combina el gusto y el estilo de la marca italiana con la capacidad de control de costes y la distribución masiva del gigante sueco. En teoría, una buena fórmula. En la práctica, un desastre. Un «Versés», como decía Elizabeth Berkley en la grandísima ‘Showgirls’.

Y un absurdo, al menos desde el punto de vista de la moda o, sin ir tan lejos, de la ropa. El poco tino de Donatella Versace y la calidad de confección penosa de H&M hacen que  la excesiva estética Versace, dorada, extrema y muy ligada a un momento del tiempo (los ochenta-noventa del descoque), pierda el único valor que le quedaba: el de ser un producto de lujo. La calidad y la exclusividad, vamos. Porque la apariencia, lo superficial, sí es hasta cierto punto reproducible y multiplicable por infinito. El lujo no. El lujo es por definición escaso, exquisito, laborioso y, aunque parezca una obviedad recordarlo, caro. No existe el lujo democrático. Ni el lujo barato. Al menos no en moda.

Tampoco existen otras muchas cosas en ese desastre que es Versace + H&M. La vergüenza ajena es una de ellas. El daltonismo, otra.

Hortera y cutre no: lo siguiente. Y feo, muy feo.

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