La Ana Obregón de la arquitectura

Posted on 11 septiembre, 2011

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Ana Obregón es bióloga pero, por suerte o por desgracia, no ejerce. Joaquín Torres es arquitecto y sí ejerce. Por desgracia. Desde su estudio A-Cero y los mil y un espacios que ocupa en los medios de comunicación, Torres lleva el concepto “arquitecto vedette” a un nuevo nivel. Los buenos arquitectos son los que consiguen compatibilizar los deseos del cliente (y su presupuesto), el respeto al entorno, la estética y el sentido común, Los grandes arquitectos además logran dejar su firma. Y los maestros consiguen que su obra sea eterna. Lo único de todo esto que logra Torres es plantar su aparatosa huella. O no, porque ese exceso de vidrio, espacio desperdiciado y monumentalidad mal entendida tampoco lo ha inventado él. Torres sólo ha hecho de puente entre la horterada conceptual y la escenografía doméstica para famosos con mal gusto. La lista de clientes presentes, pasados y potenciales de este señor tan relamido es un festival de vulgaridad envuelta en facturas con muchos ceros. La Ibiza más prostituida (y prostituta), el chunguerío a ritmo de house, el porno-chic menos chic y la rúcula como epítome de la comida fina tienen su traducción arquitectónica en los desmanes de un señor que no conoce límites con la pintura blanca, los cojines cuadrados y las pretensiones. Por si esto fuera poco, cada vez que sale por la tele dan ganas de abrirse las venas. Con un trozo de barandilla de metacrilato.

Aquí podéis ver algunas de las perlas de este tipo que, como arquitecto es un cáncer (es muy malo y se expande demasiado), pero como señora pija y absurda vale su peso en oro.

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