Pobres nietos

Posted on 30 agosto, 2011

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Contarlo todo es peligroso. Y egocéntrico, sí, pero eso ya lo sabíamos y tú también lo sabías. Tendríamos que encontrar una buena traducción del “attention whore” inglés. “Yoyoyoyoyo” podría valer, aunque suene a canción de Milikito (o de Pitbull). Escribirlo todo es aún más arriesgado que contarlo todo, sobre todo si el libro resultante se vende bien. ‘Cosas que los nietos deberían saber” lo ha hecho. “Memorias”, esa palabra que lo justifica todo y que nos impide (no: no nos lo impide) decir que algunos pasajes suenan a falsos, a demasiado insistentemente verdaderos como para ser verdad. La “verdad literaria”, un concepto complicado. En las antípodas de ese otro, el “mi verdad”, de las celebrities burras. ‘Cosas que los nietos deberían saber’ es impostado como sólo la verdad absoluta puede serlo. Impostado y altivo, con esa soberbia del que nada tiene que ocultar, nada quiere ocultar y, aparentemente, nada oculta. Te queremos mucho, Mark Oliver Everett, eres todo amor y sensibilidad, pero no hagas ademanes de bajarte la bragueta porque no te la vamos a chupar. Porque es lo que querías, ¿no?


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